«La mentira valeriana de que las obras no se terminan sino que se abandonan, es más o menos cierta para el caso de Mudanza. A fines de 2003, cuando publiqué este libro, quería abandonarlo, quitármelo de encima. Pero seguí escribiéndolo, sigo escribiéndolo… También, en más de un sentido, las novelas que luego publiqué son réplicas, ecos o traducciones de algunas imágenes que aparecieron aquí por primera vez.
Había una música, o quizás solamente un ritmo que, en el tiempo en que escribí este poema, yo sintonizaba a toda hora, de forma no siempre voluntaria. Escribir Mudanza fue de algún modo transcribir ese ritmo, pero sin normalizarlo, sin domesticar esas imágenes que se me presentaban en estado salvaje… Mudanza cambió mi vida por completo. Eso, que no le importa a nadie, es realmente lo único sensato que puedo decir sobre este libro» Alejandro Zambra