Frente a la imagen del hombre que presenta el pensamiento moderno, centrada únicamente en su animalidad, Schuon quiere insistir en la divinidad del hombre, no para hacer de él un dios, sino para dar cuenta de su verdadera naturaleza, que va más allá de lo terrenal y que constituye su verdadera razón de ser. Esto es, simbólicamente, «la transfiguración del hombre».
El título de este libro alude a la necesidad de reafirmar la nobleza innata del hombre, el carácter deiforme de la naturaleza humana. El autor señala, en efecto, que «la imagen del hombre que nos presenta la psicología moderna no sólo es fragmentaria, sino miserable». El hombre está suspendido entre la animalidad y la divinidad, pero el pensamiento moderno, tanto filosófico como científico, sólo admite su animalidad. Schuon subraya, en cambio, que el atributo fundamental del hombre es una inteligencia capaz de conocimiento metafísico, es decir, capaz de conocer y amar a Dios, el Sumo Bien. El libro se divide en tres partes. En la primera, el autor presenta sus reflexiones acerca de cuestiones relacionadas con el pensamiento, el arte y el trabajo: la filosofía moderna, el racionalismo, el sentimentalismo ideológico, las usurpaciones del sentimiento religioso, la naturaleza y la función del arte, y el sentido espiritual del trabajo. La segunda parte, titulada «El hombre, la Verdad y la Vía », resume los axiomas de la sophia perennis, hace un repaso de las facultades y modalidades del hombre, y analiza, entre otras cosas, las características de la mística voluntarista y del principio sacrificial, así como las dimensiones de la oración. La tercera parte consiste en extractos de correspondencia que abarcan una multitud de temas y que precisan e ilustran la perspectiva global de Schuon, es decir, la sophia perennis