Articulada a la manera de un reloj de precisión, La sombra del apostador tiene como pocas novelas latinoamericanas de hoy, el difícil y excitante sabor de una intensa intriga, áspera y sin concesiones, salpicada de una violencia que se presiente y se palpa.
Una novela escrita con maestría, en la que Vásconez nos entrega el planteamiento minucioso y confuso de una implacable lucha por el poder, que un juego sutil enmascara.
En La sombra del apostador, como antes en El viajero de Praga o en los cuentos de Un extraño en el puerto, Vásconez conduce a sus víctimas y victimarios por una galería de espejos, en la que todos se reflejan y diluyen a través de imágenes infinitas.