Los poemas de Hotel Babel cargan con la densidad de un tiempo sin freno ni fin, porque se transita de manera cíclica. Tal vez porque su modo de construirse es infinito: como un juego de espejos, las obras que lo componen remiten, a su vez, a momentos o situaciones interrumpidas que se retoman más adelante, intentando completar algo inconcluso. Es, entonces, este tiempo circular el que prevalece en la escritura, tal como se lee en la siguiente serie de poemas: en XXVI. Esa sangría que vuelve de vez en cuando (en un cuarto muy nítido del Hotel Babel), dice: “Estoy de vuelta el viernes por la tarde/ Llamame a casa/ cuando puedas; lo antes posible.” En el poema XIV. Un poema interrumpido por una llamada telefónica (desde el Hotel Babel), retoma esta temática y la voz poética se detiene a causa de una irrupción proveniente del Hotel Babel, configurado ahora como parte del mundo exterior: (Siempre retengo esos nombres. Vivieron en una casa durante algunos años, y mucho después se retiraron. En todo caso, eran sólo manchas confusas en forma de bola cuya proyección es un tracto de tinta china. Ahora se recortan en negro, sobre el fondo gris claro de un cielo barrido por la niebla.) Teléfono.” Esta imagen vuelve en el poema XXXII. Hacia la extracción compulsiva de sangre (consultorio médico en el Hotel Babel), pero este retorno se dará siempre desde otro lugar, desde otra de las caras de la moneda o, debería leerse, desde otro de los cuartos del Hotel Babel: “los teléfonos no cesaban de sonar;/ todos a la vez ensordecían. Esas/ llamadas venían a solucionar algo,/ pero al mismo tiempo dependían/ de una sola contestación.”
Hotel Babel. Primera Versión
Los poemas de Hotel Babel cargan con la densidad de un tiempo sin freno ni fin, porque se transita de manera cíclica. Tal vez porque su modo de construirse es infinito: como un juego de espejos, las obras que lo componen remiten, a su vez, a momentos o situaciones interrumpidas que se retoman más adelante, intentando completar algo inconcluso. Es, entonces, este tiempo circular el que prevalece en la escritura, tal como se lee en la siguiente serie de poemas: en XXVI. Esa sangría que vuelve de vez en cuando (en un cuarto muy nítido del Hotel Babel), dice: “Estoy de vuelta el viernes por la tarde/ Llamame a casa/ cuando puedas; lo antes posible.” En el poema XIV. Un poema interrumpido por una llamada telefónica (desde el Hotel Babel), retoma esta temática y la voz poética se detiene a causa de una irrupción proveniente del Hotel Babel, configurado ahora como parte del mundo exterior: (Siempre retengo esos nombres. Vivieron en una casa durante algunos años, y mucho después se retiraron. En todo caso, eran sólo manchas confusas en forma de bola cuya proyección es un tracto de tinta china. Ahora se recortan en negro, sobre el fondo gris claro de un cielo barrido por la niebla.) Teléfono.” Esta imagen vuelve en el poema XXXII. Hacia la extracción compulsiva de sangre (consultorio médico en el Hotel Babel), pero este retorno se dará siempre desde otro lugar, desde otra de las caras de la moneda o, debería leerse, desde otro de los cuartos del Hotel Babel: “los teléfonos no cesaban de sonar;/ todos a la vez ensordecían. Esas/ llamadas venían a solucionar algo,/ pero al mismo tiempo dependían/ de una sola contestación.”
Título: Hotel Babel. Primera Versión.
Autor: Arteca, Mario
Fecha de publicación: 2015
Editorial: Ruido Blanco
ISBN: 9789942207715
$12.00
Agotado