Como toda obra de la vanguardia, Faribole es un extrañamiento múltiple como bien nos lo anticipa su título: a la vez una provocación del sentido –un sinsentido, literal- y un alarde mímico, de gestos cómicos, aparentemente “poco serios”. Hay algo de humor esperpéntico en el viaje fugitivo que emprende la protagonista de esta novela, efectivamente. Pero detrás del universo absurdo, violentamente farsesco, por el que deambula(mos), se oculta la soledad de quien no tiene hogar en la fragilidad del exilio como tampoco en el desarraigo del lenguaje mismo. La clave hay que hallarla en esta frase: “¡Cómo transformar la imposibilidad en una estrategia de salida a la tensión de contar??”. Dicha en el límite de su recorrido –los fiordos noruegos-, la protagonista se enfrenta entonces no solo a ese extremo geográfico al que ha llegado para redimirse, sino también para mostrarnos la frontera de su empresa narrativa: esa que tenemos en las manos y que hemos estado leyendo. El lector avisado debería entender esta interpelación, si se ha permitido acompañar este escape de los modos domésticos y desgastados de decir lo contemporáneo. Pues a la imaginación radical de Esteban Mayorga le debemos, como solo a unos pocos, la literatura más original, arriesgada y nada complaciente que se está escribiendo hoy en día en América Latina.
Carlos Yushimito