Este es un libro sobre una paternidad que se anhela con la misma fuerza con la que se duda o se rechaza de ella. Su propósito es, desde el principio, llenarnos los ojos con ansias, miedos y elucubraciones ruidosas sobre lo que el hijo por nacersu chivo alhaja hará y no hará una vez que llegue a una vida que, desde la mirada desconcertante articulada por Esteban Mayorga, no vale mucho la pena. Es un libro que sorprende por su tono alcanzado, un tono rasposo, enérgico, caníbal, sin sutilezas, que parece brotar de algún callejón de la ciudad de Quito. Libro estremecedor en su ironía, donde al lector jamás le quedará claro cuál es la rata a la que debe atraparse. Si es el autor, el hijo por venir, o la realidad que aquí parece echar espuma de un poema al otro.
Ernesto Carrión
Ofrecer un palíndromo al hijo que está por nacer; regalarle todas las palabras que componen una lengua; nombrarlo de todas las formas posibles, no para agotar el lenguaje, sino para exponerlo, para convertirlo en la expresión de lo nuevo: estos son algunos de los planteamientos a los que el lector se enfrentará con la lectura de Atar a la rata de Esteban Mayorga. En Vita Frunis, su primera novela, el autor anticipa la escritura de un poemario compuesto exclusivamente de palíndromos. Con la llegada del hijo, la idea original decanta en el título de este nuevo libro que nos ofrece un cuidado y extenso poema de un ritmo que engañosamente evoca a la métrica, plagado de violentos epítetos, de imágenes del absurdo, de lo humano profundo que emerge ante la espera del nacimiento del hijo, ante el amor infinito, interrumpido, complejo, que despierta la paternidad.
María Auxiliadora Balladares